ANITYA


Anitya, concepto del budismo que puede ser traducido como transitoriedad, no-permanencia o cambio, da el nombre a esta serie de fotografías, que fueron capturadas en cada Plenilunio de cada mes de cuarentena.

Dicho proyecto fue accionado por el confinamiento provocado por la pandemia. Un periodo en que el tiempo se volvió confuso e inexorable, y que en el hemisferio sur tuvo una duración de seis meses.

Durante este medio año, la luna volvió a ocupar un lugar relevante como punto de impacto visual, volviendo a ser considerada un símbolo de tiempo, movimiento y transformación. Sus ciclos y tránsitos que continuaron invariables, proyectaron sombras que al moverse con el paso de los días, simularon la lógica de un reloj. Es así como mientras con mi cámara estaba supeditada a un espacio reducido, la luna se trasladaba libremente, demarcando un tiempo que para ella no corre.

La prohibición de transitar se convierte en inquietud y ansiedad, pero es también un pie forzado para este proyecto que denota contemplación y anhelo. Una contemplación difícil de mantener en condiciones “normales”, y que a su vez baja los ritmos de las emociones y controla la impaciencia. Lo que se contempla, es un cuerpo que aunque no deja de moverse, eternamente lo hace de la misma forma, sin llegar a ninguna parte. Un cuerpo que todas las noches –aparentemente– cambia su forma y posición, cambiando a su vez lo que proyecta.

Aunque la relación de luz, velocidad, tiempo y cambio nos lleva a una metáfora con los principios básicos de la fotografía, también nos lleva a observar la obsesión contemporánea con el paso del tiempo, y a poner en entredicho las antiguas máximas futuristas, en donde estos mismos conceptos (velocidad, movimiento, cambio) se presentaron como catalizadores de desarrollo humano y de una mejor calidad de vida. Anitya a fin de cuentas, revisa los dogmas sobre los que se sostienen el acelerado y ansioso modo de vida contemporáneo, y se cuestiona el silogismo de la Modernidad Líquida, en que moverse implica – literal y metafóricamente hablando– llegar a algún lado.




Julio Saavedra. 2020